
El reto climático de la UE en 2024: Afrontar el déficit de planificación
En los últimos cuatro años, Europa ha emprendido una maratón legislativa sin precedentes impulsada por sus ambiciones climáticas. Con el paquete "Fit for 55" y otras iniciativas como la Ley de Industria Neto Cero, la UE ha dado sus primeros pasos sustanciales hacia la transición a la energía limpia. Pero no podemos dormirnos en los laureles. A pesar de todos los avances, la UE sigue sin alcanzar sus objetivos climáticos y parece incapaz de cumplir las metas del Acuerdo de París. De hecho, aunque los objetivos están claramente definidos, el camino para alcanzarlos no está tan claro. Europa se enfrenta a un déficit de planificaciónque, si no se aborda, podría poner en peligro la acción por el clima. Los objetivos climáticos seguirán estando fuera de nuestro alcance a menos que nos replanteemos la planificación, es decir, la miríada de procesos y decisiones que culminan en la determinación de qué infraestructuras se construirán, quién las construirá, cuándo y dónde.
Ante la incertidumbre que rodea al próximo mandato de la Comisión, el debate sobre el clima en la UE está pasando de la aprobación de legislación a la aplicación de una serie de nuevas políticas. Los gobiernos no deben lanzarse directamente a la acción sin una planificación adecuada. El modo en que se apliquen estas políticas climáticas repercutirá en la transición energética de cada país. Es imperativo que los Estados miembros reflexionen y eleven sus esfuerzos de planificación para garantizar el éxito del viaje hacia un futuro neutro para el clima. La necesidad de mejorar nuestros procesos de planificación es especialmente acuciante, ya que los síntomas de una planificación inadecuada, como las largas colas de interconexión, el lento despliegue de las energías renovables y las tensas cadenas de suministro, han ahogado la transición hasta ahora. Los gobiernos deben volver a examinar a conciencia cómo pretenden hacer realidad los ambiciosos objetivos que han acordado colectivamente para 2030 y 2050.
Un aspecto fundamental de este proceso es la formulación de Planes Nacionales de Energía y Clima (NECP ) actualizados hasta 2030, el principal marco de planificación y seguimiento de Europa. Estos planes deberán estar finalizados en junio de 2024. En diciembre, la Comisión evaluó si los NECP de Europa son adecuados para alcanzar los objetivos climáticos y energéticos de 2030. La respuesta fue clara. Los proyectos de planes siguen careciendo de la credibilidad y el contenido necesarios para encaminar a Europa hacia una profunda descarbonización. Además, esta falta de claridad es un gran impedimento para la inversión a largo plazo necesaria para construir los sistemas energéticos del futuro.
Tomemos como ejemplo la captura y almacenamiento de carbono. A pesar de las orientaciones explícitas de la Comisión y de los requisitos legales de la Ley de Industria Neto Cero, sólo 7 de los 26 Estados miembros que han presentado proyectos de PNEC incluyen un objetivo específico sobre la cantidad de CO2 que será necesario capturar y almacenar. Esto ni siquiera aborda el largo proceso de estudio de posibles emplazamientos, evaluación de las condiciones geológicas para el almacenamiento, diseño de ingeniería y financiación de las instalaciones de almacenamiento de CO2, que llevará muchos años. Si Europa quiere alcanzar el objetivo de 250 millones de toneladas de capacidad de almacenamiento establecido en la Estrategia de Gestión del Carbono Industrial de la Comisión, los Estados miembros de la UE deben planificarlo ya.
Del mismo modo, de los 19 Estados miembros que tienen previsto reducir las emisiones de metano, sólo 4 establecen explícitamente un objetivo de reducción de las emisiones de metano en sus proyectos de PNEC. En ambos casos, tenemos objetivos ambiciosos para todo el bloque, pero ningún plan detallado sobre cómo van a contribuir los Estados miembros a estos objetivos.
Otras áreas carecen de detalles, especialmente en lo que se refiere a tecnologías limpias novedosas e innovadoras. Mientras que cada país decide de forma independiente su propia combinación energética y el uso de la energía nuclear, los 14 países que han mencionado los reactores modulares pequeños (SMR) en sus proyectos de PNCEN sólo declaran su interés general y hacen vagas referencias a investigaciones adicionales, con algunas excepciones como la República Checa. Sin una hoja de ruta que explique cómo un país pasa de estar interesado en los SMR a construir su primer reactor, incluyendo la agregación de la demanda, los acuerdos financieros y el acceso a la capacidad necesaria de concesión de licencias y supervisión, es probable que estas ambiciosas ideas se queden sólo sobre el papel.
La infraestructura de una Europa descarbonizada tiene que planificarse, en detalle y con objetivos intermedios, hoy mismo.
Faltan tres meses para que finalice el plazo para la actualización final de los NECP de esta década, y no es demasiado tarde para hacerlos bien en Europa. No es demasiado tarde para ofrecer vías claras y detalles políticos que proporcionen previsibilidad y certidumbre a los inversores. Y no es demasiado tarde para aceptar la incertidumbre y el riesgo, elaborando y modelando el actual conjunto de NECP para que sean resistentes frente a diversas contingencias (por ejemplo, conflictos, cadena de suministro y cuellos de botella de las materias primas), y para alinearse con las realidades cambiantes del mercado. Los Estados miembros deben proporcionar una vía y asignar recursos para el desarrollo y la demostración de la cartera más amplia posible de opciones tecnológicas, de sistemas y de infraestructuras basadas en las necesidades industriales y sociales, el progreso y el aprendizaje.
Clean Air Task Forcesobre captura y almacenamiento de carbono, hidrógeno limpio, mitigación del metano, energía geotérmica de roca sobrecalentada y pequeños reactores modulares, tienen por objeto ayudar a los países en esta importante tarea de planificación.
Europa y sus Estados miembros necesitan un cambio fundamental en su forma de abordar la planificación climática y energética, pasando de ser un ejercicio burocrático de marcar casillas a una prioridad política y estratégica. Aún quedan tres meses para abordar el déficit de planificación de Europa. Porque sólo con unos PNEC bien pensados y preparados para el futuro podrá Europa avanzar rápidamente en su aplicación.