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Etanol de maíz: ¿La próxima nueva Coca-Cola?

7 de mayo de 2012

¿Cómo se consigue que los estadounidenses paguen por algo que realmente no quieren en primer lugar? La mayoría de las veces -como en el caso de la nueva Coca-Cola, el perfume Harley Davidson y la liga de fútbol Estados Unidos - la respuesta es sencilla: no se puede.

Pero donde el Edsel fracasó, el etanol de maíz ha triunfado de alguna manera. A pesar de sus inconvenientes (que son innumerables y a los que nos referiremos más adelante), el año pasado se vendieron en Estados Unidos más de 13.000 millones de galones de etanol de maíz.

¿Cómo ha sucedido? El etanol de maíz ha sobrevivido a la Pepsi AM y al Betamax porque sus promotores dieron con una receta de tres partes para el éxito: una enorme dosis de subsidios federales mezclada con altos precios de la gasolina y una retórica sin ataduras.

Durante décadas, los productores de etanol han prometido que su producto revitalizará las comunidades agrícolas de Estados Unidos, pondrá fin a nuestra dependencia del combustible extranjero, salvará el medio ambiente y reducirá los precios de la gasolina. Es de suponer que un producto tan bueno se vendería por sí solo, pero el gobierno federal manipuló el mercado de todos modos creando la Norma de Combustibles Renovables (RFS), el Crédito Fiscal al Etanol Volumétrico (VEETC) y una serie de otras medidas que valen miles de millones de dólares cada año para la industria de los biocombustibles. El RFS obliga a multiplicar por nueve la cantidad de biocombustibles utilizados en Estados Unidos (de 4.000 millones de galones en 2006 a 36.000 millones de galones en 2022), mientras que el VEETC regalaba exenciones fiscales a las empresas que añadían etanol a la gasolina (aunque los estadounidenses ya estaban obligados por el RFS a consumir ese etanol).

Afortunadamente, el VEETC expiró a finales de 2011, pero el lobby del etanol no tardó en fijar su mirada en un nuevo objetivo. Para producir, distribuir y vender el creciente volumen de etanol exigido por el RFS cada año, la industria de los biocombustibles necesita desarrollar una nueva infraestructura específica para el etanol. Y, como no podía ser de otra manera, prefiere que el gobierno pague por ella. En particular, la industria quiere que se financie la instalación de surtidores de etanol en las gasolineras de todo el país.

El Congreso. A finales de abril, el Comité de Agricultura del Senado aprobó una Ley Agrícola que incluía 800 millones de dólares para programas relacionados con la energía. El mayor componente del paquete propuesto son 241 millones de dólares para el Programa de Energía Rural para América (REAP), que anteriormente ayudaba a los agricultores a mejorar su eficiencia energética, instalar paneles solares y realizar auditorías energéticas. Este año, gracias al agresivo cabildeo de la banda del etanol, el REAP tiene una nueva función. A finales de 2011 -justo antes de que el VEETC expirara finalmente- el Departamento de Agricultura comenzó a aprobar el uso de los fondos del REAP para sufragar el coste de las bombas de mezcla. La decisión del USDA de reutilizar el REAP fue respaldada por miembros clave del Congreso durante los recientes debates sobre la reautorización de la Ley Agrícola.

¿Por qué los responsables políticos están tan empeñados en garantizar el éxito del etanol de maíz? Estados Unidos Según el propio informe trienal de 2011 de la EPA, la producción continuada de etanol de maíz tendrá importantes consecuencias negativas para la calidad del aire y del agua, la conservación del suelo y la preservación del hábitat. Los datos de la EPA también muestran que el etanol de maíz que se vende en 2012 emite más gases de efecto invernadero a lo largo de su ciclo de vida que la gasolina. En 2009, Clean Air Task Force analizó los datos de la EPA y descubrió que las emisiones de gases de efecto invernadero a lo largo del ciclo de vida del etanol de maíz adicional producido en virtud del RFS superarán a las de la gasolina hasta 2054.

Mientras tanto, a pesar de toda la retórica envuelta en banderas de sus defensores, el etanol de maíz simplemente no puede proporcionar independencia energética. En la actualidad, más del cuarenta por ciento del maíz cultivado en Estados Unidos se convierte en etanol. Si todo el maíz cultivado en Estados Unidos en 2011 se hubiera utilizado para fabricar etanol, habría compensado el consumo nacional de gasolina en apenas un 18%.

Por último, la afirmación del grupo de presión del etanol de que el etanol de maíz está reduciendo drásticamente el precio de la gasolina es errónea. El estudio que citan se basa en una mezcla de suposiciones erróneas y poco realistas sobre la capacidad de las refinerías de petróleo para reaccionar ante las interrupciones del suministro. Además, su afirmación ignora convenientemente un hecho de vital importancia para los consumidores: un galón de etanol sólo proporciona dos tercios de la energía de un galón de gasolina. Una vez que se tienen en cuenta estos factores, queda claro que las reducciones de precios que pregona la industria son entre insignificantes e inexistentes.

Estos defectos y otros están catalogados en una carta recientemente distribuida por un grupo bipartidista de congresistas. Desde su punto de vista, el RFS es una "política rota" que daña la economía, hace subir los precios de los alimentos y degrada los recursos naturales. El uso de los fondos del REAP para financiar las bombas de licuado sólo agravará estos problemas. Si el Congreso y la Administración van a seguir exigiendo a los estadounidenses que compren etanol de maíz, lo menos que podrían hacer es pedir a las empresas de etanol que paguen el flete.

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