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Volando a ciegas: La EPA no puede empezar a arreglar el RFS hasta que deje de ignorar los problemas

19 de agosto de 2016

Estados Unidos Antes de profundizar en el nuevo informe sobre la incapacidad de la Agencia de Protección Medioambiental Estados Unidos de realizar "un análisis objetivo sobre los impactos medioambientales y las consecuencias imprevistas de la política de biocombustibles", o de cómo ese informe se hace eco de la posición que mantiene desde hace tiempo Clean Air Task Forcede que la EPA no ha evaluado adecuadamente los efectos negativos que los biocombustibles convencionales como el etanol de maíz tienen sobre el clima y el medio ambiente en general, dejemos claro lo siguiente:

Muchos de los problemas medioambientales causados por el Estándar de Combustibles Renovables (RFS) tienen su origen en la Ley de Independencia y Seguridad Energética de 2007 (EISA), el estatuto federal que amplió drásticamente el RFS. La EPA no creó estos problemas, ni puede solucionarlos. Los tiene que arreglar el Congreso.

Pero según la propia Oficina del Inspector General (OIG) de la EPA, la Agencia tiene la responsabilidad de analizar el impacto ambiental del RFS más a fondo y con más frecuencia, para poder limitar mejor los daños ambientales causados por el programa. En su nuevo informe titulado "La EPA no ha cumplido ciertos requisitos legales para identificar los impactos ambientales de la Norma de Combustibles Renovablesla OIG reprende a la EPA por no haber "presentado informes trienales al Congreso sobre las repercusiones medioambientales y de conservación del programa RFS", a pesar de tener la obligación legal de hacerlo; por no haber "realizado un estudio antiretroceso sobre las repercusiones del RFS en la calidad del aire", a pesar -de nuevo- de tener la obligación legal de hacerlo; y por no haber "determinado si son necesarias medidas de mitigación".

La OIG está justificadamente preocupada porque estos fallos están socavando la aplicación del RFS por parte de la EPA:

Sin los informes requeridos sobre los impactos del programa RFS o un estudio anti-retroceso y las decisiones relacionadas con las medidas de mitigación, no está claro cómo la EPA considera o mitiga estos impactos. Tampoco está claro qué tipo de cambios en la ciencia del ciclo de vida desencadenaría un análisis actualizado de los umbrales del ciclo de vida de los GEI para el RFS.

Con respecto a las emisiones de GEI, la OIG señala que "aunque EISA no exige una actualización de los umbrales mínimos de GEI del ciclo de vida [del RFS], la EPA se comprometió públicamente a actualizar su análisis a medida que evolucione la ciencia del ciclo de vida". La EPA no sólo no ha cumplido ese compromiso, sino que la OIG descubrió que la Agencia "no tiene previsto actualizar el análisis original de 2010 sobre las fuentes de combustible primarias del RFS (como el etanol de maíz), que constituyen la mayor parte de los mandatos actuales de volumen del RFS". (De hecho el etanol de maíz ha representado el 87% del biocombustible utilizado para cumplir con el RFS en los últimos diez años.)

La negativa de la EPA a revisar sus análisis del ciclo de vida de los GEI para el etanol de maíz y su insistencia en que "el estado de la ciencia no ha cambiado lo suficiente... para justificar la revisión de sus determinaciones anteriores sobre los GEI" parecen especialmente preocupantes para la OIG, principalmente porque el enfoque de la EPA es difícil de cuadrar con un análisis principal de la metodología del ciclo de vida de la EPA realizado por la Academia Nacional de Ciencias (NAS). "El estudio de la NAS de 2011", escribe la OIG, "describió los impactos de la producción y el consumo de biocombustibles como inciertos y afirmó que el resultado medioambiental global de la producción de biocombustibles no puede garantizarse sin una "visión estratégica del ciclo de vida de dónde y cómo se cultivarán las materias primas bioenergéticas para cumplir el mandato de consumo [del RFS]".

Debido a que la EPA no ha emitido los informes requeridos sobre los diversos impactos ambientales del RFS y su negativa a actualizar sus evaluaciones de GEI del ciclo de vida de 2010, escribe la OIG, "la EPA, el Congreso y otras partes interesadas carecen de información clave sobre los impactos necesarios para tomar decisiones con base científica sobre el RFS".

Las complicaciones resultantes son especialmente evidentes en el contexto de los impactos de la RFS sobre los GEI.

Según el análisis del ciclo de vida que la EPA realizó en 2010las emisiones netas de GEI del etanol de maíz durante un período de 30 años serían un 21% inferiores a las de un volumen energético equivalente de gasolina. El cálculo de la EPA se basó en un conjunto de factores de producción hipotéticos que, según la Agencia, se convertirían en estándar en toda la industria para 2022 (por ejemploel uso de la combustión de biomasa para alimentar las refinerías de etanol).

Utilizando los propios datos de la EPA, CATF ha recalculado las emisiones de GEI del ciclo de vida del etanol de maíz que se produce en las refinerías existentes. Descubrimos que, durante el período de 30 años comprendido entre 2015 y 2044, las emisiones de GEI acumuladas del etanol de maíz exigido por la RFS equivaldrían a unos 1.400 millones de toneladas de dióxido de carbono; las emisiones de una cantidad de gasolina equivalente en energía equivaldrían a 1.100 millones de toneladas. En otras palabras, las emisiones de GEI acumuladas en el ciclo de vida del etanol de maíz son aproximadamente un 28% superiores a las de la gasolina.

El estudio de 2011 de la Academia Nacional de Ciencias-al que se hace referencia en el nuevo informe de la OIG- analizó los mismos datos y llegó a una conclusión similar:

[Según las propias estimaciones de la EPA, el etanol de grano de maíz producido en 2011, que se fabrica casi exclusivamente en biorrefinerías que utilizan gas natural como fuente de calor, es un mayor emisor de GEI que la gasolina. No obstante, el etanol de grano de maíz producido en el momento de redactar este informe seguía cumpliendo los requisitos del RFS2 según la media ponderada de la industria proyectada por la EPA para 2022. La discrepancia entre la aplicación del RFS2 (bajo el supuesto de una reducción del 21% de las emisiones de GEI por parte del etanol de grano de maíz en comparación con la gasolina) y el propio análisis de la EPA sugiere que el RFS2 podría no lograr las reducciones de GEI previstas.

Basándose en estos resultados, CATF y otros instaron a a la EPA en 2012 a invocar una disposición de la Ley del Aire Limpio que autoriza a la Agencia a renunciar a los mandatos de consumo anual del RFS siempre que se considere que "perjudican gravemente la economía o el medio ambiente de un Estado, una región o los Estados Unidos." LA EPA rechazó nuestra petición, citando su análisis del ciclo de vida de 2010, a pesar de que la metodología en la que se basaba ese análisis ya había sido desacreditada por la NAS.

El nuevo informe de la OIG indica que la EPA estaba (y sigue estando) mal preparada para considerar si los mandatos de la RFS deberían reducirse debido al grave daño ambiental causado por las emisiones de GEI de los biocombustibles convencionales. Después de recordar a la EPA su promesa de 2011 de "identificar las lagunas e incertidumbres en la base de conocimientos" y "proporcionar las bases científicas para que las agencias reguladoras y la industria de los biocombustibles tomen decisiones conscientes del medio ambiente", la OIG dice a la Agencia:

Esta información, proporcionada de forma exhaustiva y periódica, podría servir de base para la elaboración de normas del RFS y para la toma de otras decisiones. Por ejemplo, podría proporcionar a la EPA la información necesaria para considerar la autoridad de exención en situaciones que impliquen un impacto medioambiental "severo". Sin esta información, la EPA se ve obstaculizada en sus evaluaciones de los impactos ambientales del programa RFS y en hacer que el Congreso sea consciente de los impactos potenciales. [Énfasis añadido].

El RFS es un desastre. Obliga a los estadounidenses a consumir miles de millones de galones de biocombustibles convencionales perjudiciales para el medio ambiente, al tiempo que hace poco para promover el desarrollo de combustibles más limpios y avanzados para el transporte. Puede que la EPA no haya creado ese desorden, pero, como señala el informe de la OIG, la Agencia tiene un claro deber de informar sobre los problemas causados por el RFS y de abordar esos problemas lo mejor que pueda.

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