El cambio climático y las centrales eléctricas del Medio Oeste
Nuestro clima es un sistema natural siempre cambiante de relaciones complejas entre la atmósfera, la tierra y los océanos. Pero a medida que la población se ha disparado en el último siglo, nuestro uso de la energía y otros recursos ha alterado el delicado equilibrio de los sistemas de la Tierra. Debemos empezar a corregir este desequilibrio.
Aunque nuestro clima siempre ha sido dinámico y se ha caracterizado por el cambio, las dramáticas alteraciones que se están produciendo en la atmósfera y los océanos están ahora claramente fuera del ámbito de las variaciones naturales. En particular, el uso de combustibles fósiles por parte del ser humano ha empezado a cambiar la composición fundamental de la atmósfera de muchas maneras, haciendo que atrape más eficazmente la radiación solar, lo que ha provocado el aumento de un grado Fahrenheit en la temperatura media global medido en el último siglo. El dióxido de carbono producido por el hombre que ya se ha acumulado en la atmósfera seguirá calentando nuestro planeta durante muchas décadas, si no siglos. Incluso los escenarios de reducción de emisiones más agresivos examinados por los investigadores pueden ser incapaces de frenar un mayor calentamiento de los próximos grados, pero podemos empezar hoy a invertir esta tendencia. En Estados Unidos, el calentamiento puede manifestarse en cambios climáticos que, según algunos, podrían acomodarse mediante la adaptación. De hecho, en algunas regiones, como el Medio Oeste, puede haber incluso algunos beneficios (por ejemplo, el aumento del rendimiento de algunos cultivos). Sin embargo, si no empezamos a invertir esta tendencia adoptando medidas enérgicas para reducir las futuras emisiones de carbono, los científicos predicen futuros aumentos de temperatura de entre 5 y 10 °F. Se prevé que esta magnitud de calentamiento tendrá consecuencias más graves en nuestra región y en todo el país. Además, mientras que las naciones desarrolladas, como Estados Unidos, pueden tener la capacidad de adaptarse parcialmente a los cambios menores del clima, las perspectivas para los países en desarrollo más pobres son nefastas en todos los escenarios plausibles de emisiones de carbono en el futuro.