Hidrógeno para la descarbonización: Una evaluación realista
El hidrógeno se considera cada vez más una opción para descarbonizar determinadas fuentes de emisiones y sectores en los que la electrificación directa u otras opciones bajas en carbono podrían no ser técnica o económicamente viables. El interés por el hidrógeno no es nuevo y se remonta a la década de 1970, pero los intentos anteriores de desarrollar este vector energético potencial -los más recientes a principios de la década de 2000- nunca lograron establecer el hidrógeno como una alternativa significativa a los combustibles fósiles convencionales. Algunos sostienen que esta vez es diferente, y en algunos aspectos importantes, lo es. El entusiasmo actual por el hidrógeno está impulsado principalmente por preocupaciones climáticas, más que por consideraciones de seguridad energética. Además, el aumento sin precedentes de la producción de energías renovables y el rápido descenso de los costes de la energía eólica y solar han dado nueva vida al concepto de producir hidrógeno a partir de electricidad renovable.
Lo que no ha cambiado, sin embargo, son las propiedades físicas y químicas del propio hidrógeno, entre las que destaca su baja densidad energética volumétrica, que dificulta su almacenamiento y transporte. Estas y otras propiedades han obstaculizado históricamente la entrada del hidrógeno en nuevas aplicaciones más allá de los procesos industriales para los que se ha utilizado tradicionalmente.
No obstante, el optimismo sobre el potencial del hidrógeno como herramienta para la descarbonización sigue impulsando evaluaciones tecnoeconómicas que carecen de fundamento en los hechos y la experiencia. Esto tiene importantes ramificaciones, empezando por la tendencia a generar estimaciones poco realistas del coste probable y el suministro futuro de hidrógeno limpio.
Además, muchas evaluaciones actuales minimizan el reto de utilizar hidrógeno en diversas aplicaciones de uso final y no reconocen las compensaciones en términos de apoyo a otras tecnologías que son necesarias para permitir la descarbonización de toda la economía.
Este breve documento presenta un marco pragmático en el que el hidrógeno puede desempeñar un papel eficaz como solución climática, al tiempo que reconoce el reto de descarbonización que plantea la producción actual de hidrógeno. Desde esta perspectiva, los ingenieros, planificadores y responsables políticos de hoy pueden identificar mejor las aplicaciones rentables y de gran potencial del hidrógeno limpio.