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Las normas de la EPA sobre el metano en el petróleo y el gas han merecido la pena

5 de diciembre de 2023 Área de trabajo: Metano

La espera ha merecido la pena. Más de dos años después de que la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) de Estados Unidos propusiera nuevas normas sobre fuentes y directrices sobre fuentes existentes para limitar la contaminación por metano y compuestos orgánicos volátiles (COV) formadores de niebla de ozono procedentes del sector del petróleo y el gas, la agencia ha ultimado unas normas dignas de celebración. Anunciados el sábado en la COP28, los requisitos representan la primera vez que la Estados Unidos abordará la contaminación por COV y metano procedente de fuentes nuevas y existentes en todo el país. Esto es significativo en sí mismo. Además, la norma final de la EPA reconoce los enormes avances tecnológicos en el sector del control del metano, que ya se están utilizando de forma voluntaria. La EPA redactó una norma que exigirá la adopción de estos avances al tiempo que permitirá la incorporación de futuras soluciones innovadoras a medida que se comercialicen. 

 ¿Cuáles son esos requisitos y por qué son tan importantes? 

Quema rutinaria de gas asociado 

Siguiendo el ejemplo de estados como Nuevo México y Colorado, la norma final de la EPA obliga a los operadores de nuevos pozos petrolíferos a capturar el gas natural coproducido, o "asociado", que estos pozos producen y a utilizar o almacenar el gas en lugar de enviarlo inútilmente a una antorcha para ser quemado, creando una contaminación perjudicial para el clima. Como han reconocido esos Estados, los operadores disponen desde hace tiempo de otras opciones para tratar este gas asociado, como enviarlo a un gasoducto, utilizarlo in situ o almacenarlo bajo tierra. Este paso adelante, importante pero de sentido común, una vez que se aplique plenamente, aportará enormes beneficios a las comunidades y los trabajadores que viven o trabajan en los alrededores de las explotaciones de petróleo y gas que han tenido que hacer frente a la contaminación asociada a esta práctica derrochadora. Además, este interesante componente de la norma final beneficiará a las comunidades, al clima y a los operadores al garantizar que el gas natural no se desperdicia.  

Mientras tanto, también se exigirá a las fuentes existentes que envíen el gas a un gasoducto o, si éste no está disponible, que utilicen o almacenen el gas, a menos que un análisis técnico demuestre que hacerlo es inviable. 

Detección y reparación de fugas (LDAR) 

Las fugas son la mayor fuente de emisiones de metano de la industria y tienden a subestimarse debido a la presencia de grandes eventos "superemisores". Para reducir las emisiones de fugas pequeñas y grandes, la EPA incluyó dos enfoques críticos en la norma final: 

  • En primer lugar, cada centro de producción y estación de compresión debe llevar a cabo un número determinado de inspecciones al año, en función del tipo y la cantidad de equipos de que disponga. Por ejemplo, los operadores de instalaciones con equipos conocidos por ser fuentes problemáticas de fugas y fallos de funcionamiento -como antorchas, recipientes de almacenamiento regulados y equipos neumáticos accionados por gas- deben realizar cuatro inspecciones instrumentales al año. Los emplazamientos de pozos pequeños deberán realizar cuatro inspecciones al año mediante inspecciones sonoras, visuales u olfativas. Pero lo más importante es que todos los emplazamientos deberán realizar al menos una inspección al año.

    Si un operador prefiere utilizar tecnologías avanzadas (en lugar de inspeccionar el emplazamiento "a mano" con inspectores sobre el terreno), ahora tiene esa opción. La EPA ha finalizado una matriz que define la frecuencia requerida de las inspecciones con tecnologías avanzadas, en función de la sensibilidad de la tecnología y del tipo de emplazamiento. Permitir la utilización de tecnologías avanzadas es fundamental para apoyar el desarrollo de capacidades de detección innovadoras a lo largo del tiempo.  
  • En segundo lugar, la EPA también ultimó el Programa de Superemisores, en virtud del cual los terceros que detecten emisiones superiores a 100 kg/hora podrán notificar a la EPA sus hallazgos. A continuación, la EPA analizará la notificación y, si la información se verifica, se pondrá en contacto con el operador para iniciar un proceso de reparación de la fuga. Los proyectos de satélites y teledetección, como Carbon Mapper y MethaneSAT, están ampliando sus esfuerzos para proporcionar datos de alta resolución a disposición del público que muestren las emisiones de fuentes puntuales de instalaciones de todo el mundo. Con la finalización de este programa, la EPA abrió un proceso para detectar los superemisores nocivos mucho antes que con la inspección de referencia, proporcionando así protecciones adicionales cruciales a las comunidades de primera línea que sufren el mayor daño de estas emisiones, y reduciendo en gran medida los impactos climáticos de estos superemisores. 

Controladores de procesos y bombas neumáticas 

Las emisiones de determinados controladores de procesos (conocidos como controladores neumáticos) y bombas neumáticas son la segunda fuente de contaminación por metano del sector. Pero esas emisiones son innecesarias, ya que existen numerosas tecnologías que pueden hacer que los equipos no produzcan emisiones utilizando electricidad o aire comprimido para hacer funcionar los dispositivos. La EPA lo ha reconocido y ha finalizado una norma de cero emisiones, con excepciones limitadas para los controladores y las bombas. 

La norma incluye otras reducciones, como las procedentes de compresores, recipientes de almacenamiento y, por primera vez, del proceso conocido como descarga de líquidos.  

En conjunto, y una vez aplicada en su totalidad, la EPA estima que esta norma logrará una reducción de 58 millones de toneladas de metano y de 16 millones de toneladas de COV entre 2024 y 2038, al tiempo que reducirá en 590.000 toneladas la contaminación atmosférica tóxica. Se trata de una reducción mayor que las estimaciones de la EPA para las normas propuestas, lo que refleja unas disposiciones más estrictas en la norma final. Porque sabemos que reducir el metano es lo más importante e inmediato que podemos hacer para doblar la curva climática, esperamos trabajar con la EPA y todas las partes interesadas para garantizar que las normas se apliquen plenamente para lograr las máximas reducciones de contaminación y protecciones para las comunidades. 

Esta norma se ha hecho esperar, pero la espera ha merecido la pena. 

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