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Cuatro principios políticos para la innovación energética y el cambio climático: Una síntesis

1 de junio de 2010 Categoría: Electricidad
Síntesis

No cabe duda de que la reducción de las emisiones de dióxido de carbono a nivel mundial para hacer frente al cambio climático a un coste socialmente aceptable requerirá una innovación sustancial en los sistemas y tecnologías energéticas en las próximas décadas. Sin embargo, no parece que estemos en esa senda de innovación.

A lo largo de los dos últimos años, varios equipos independientes han escudriñado en la historia, la experiencia y las mejores prácticas en materia de innovación tecnológica y energética para sugerir cómo podríamos seguir ese camino. Los equipos incluyen investigadores organizados por el Instituto Tecnológico de Massachusetts, la Universidad de Harvard, la Universidad de Georgetown, la Oficina Nacional de Investigación Económica, la Institución Brookings, el Fondo Nacional para la Ciencia, la Tecnología y las Artes, la Comisión Nacional de Política Energética, el Consorcio para la Ciencia, la Política y los Resultados de la Universidad del Estado de Arizona, Clean Air Task Force, y Clean Air-Cool Planet.

A pesar de la independencia de los equipos, colectivamente muestran una convergencia sustancial en cuatro principios básicos de diseño de políticas, que se resumen, explican e ilustran más adelante en este informe:

Principio nº 1: Reconocer que la política de innovación es más que la política de I+D: La innovación se produce a través de un complejo conjunto de interacciones, la mayoría de las cuales se producen en el sector privado. La mejor manera de mantener la innovación es que las tecnologías se desplieguen sobre el terreno, donde los ingenieros y científicos pueden empezar a optimizar las tecnologías existentes y trabajar para mejorarlas. Centrarse en la inversión en I+D y en la política es importante, pero sólo afecta a una pequeña parte del sistema más amplio de innovación energética. Por lo tanto, una política exitosa:

  • Alinear la I+D con las acciones de despliegue; y
  • Centrarse en los principales obstáculos no técnicos a la implantación que las tecnologías encontrarán al entrar en el mercado.

Principio nº 2: Buscar múltiples vías de innovación. Al igual que ninguna tecnología podrá resolver el problema de la energía y el clima, ninguna institución es capaz de resolverlo. Hay que perseguir un conjunto diverso de tecnologías, reconociendo que el éxito de la innovación nunca es seguro y que siempre habrá éxitos y fracasos. Un sistema de innovación exitoso fomentará tecnologías que madurarán en una variedad de plazos a corto y largo plazo: las tecnologías disponibles a corto plazo no deben abrumar y desplazar a las nuevas tecnologías potenciales. Algunos ejemplos de éxito de la innovación patrocinada por el gobierno, como la tecnología de la información, la aviación y, en cierta medida, la tecnología agrícola, reflejan la competencia entre diversos programas gubernamentales. Una política exitosa:

  • Fomentar la competencia intragubernamental, complementando el papel del Departamento de Energía en la investigación básica con las competencias de otros organismos en materia de investigación, ampliación y despliegue de la tecnología, como el Departamento de Defensa, la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio y la Fundación Nacional de la Ciencia.
  • Catalizar los vínculos entre el gobierno, el mundo académico y el sector privado, a múltiples escalas geográficas.

Principio nº 3: Reconocer la reducción del CO2 como un bien público y perseguir la innovación energética a través de un modelo de obras públicas. En la actualidad, el mercado no tiene en cuenta los efectos sociales negativos del cambio climático en los costes de las tecnologías intensivas en carbono, lo que significa que algunas tecnologías necesarias que no son competitivas en costes no pueden desarrollarse en el sistema actual. Reconocer la reducción de los gases de efecto invernadero (GEI) como un bien público convierte al gobierno en el cliente, al igual que ocurre con las vacunas contra la gripe pandémica, las presas para controlar las inundaciones o los portaaviones. Esta perspectiva sugiere nuevos enfoques para apoyar la innovación energética y la gestión de los GEI:

  • Estimular la demanda mediante la contratación pública y los mecanismos reguladores (incluidas las normas de rendimiento y la tarificación del carbono) para fomentar la innovación del sector privado. En particular, la contratación pública directa es una de las formas más poderosas en que el gobierno federal ha estimulado la demanda de innovación en las revoluciones tecnológicas anteriores. Algunos organismos, como el Departamento de Defensa, tienen una capacidad de compra excepcionalmente poderosa debido a su gran tamaño. Además, es probable que los mandatos normativos directos que fuerzan la tecnología, como las normas de rendimiento de carbono de las plantas de carbón, impulsen la innovación en una escala de tiempo más corta.
  • Apoyar los proyectos de desarrollo y demostración en su última fase, que suelen ser demasiado arriesgados para las empresas privadas, mediante financiación e incentivos.

Principio nº 4: Fomentar la colaboración en materia de innovación energética con los países de rápida industrialización. Aunque puede haber oposición política a la colaboración con países como China e India, una acción significativa sobre el cambio climático puede ser imposible sin ellos. La simple transferencia de tecnologías de los países desarrollados a los países en vías de industrialización no acelera la innovación. Las economías en vías de industrialización necesitan desarrollar su propia capacidad de innovación y pueden beneficiarse mejor de las mejoras incrementales realizadas en sus procesos industriales. Una mayor colaboración internacional puede acelerar la innovación y, como resultado, Estados Unidos puede beneficiarse del aumento de la capacidad de innovación que existe en otros países.

Queda mucho trabajo por delante para aplicar estos principios a la creación de iniciativas de innovación específicas para afrontar el reto tecnológico que plantea el cambio climático. Pero las conclusiones de los equipos independientes resumidas en este informe proporcionarán a los responsables políticos una útil ventaja.