Lecciones aprendidas en la reducción de las emisiones de metano del sector del petróleo y el gas
La mayor fuente industrial de emisiones de metano es la industria del petróleo y el gas, donde en algunos casos ya se han aplicado medios muy asequibles y tecnológicamente viables para limpiar esas emisiones, tanto en Estados Unidos como a nivel internacional.
Y mientras las políticas de reducción de metano a nivel federal en Estados Unidos han sido en gran medida paralizadas por la Administración Trump, el resto del mundo está avanzando. Canadá finalizó recientemente la normativa nacional más completa hasta la fecha para el metano del petróleo y el gas. Pero otras jurisdicciones como Noruega, México, Colombia, Columbia Británica, media docena de estados de Estados Unidos y otras 19 naciones están avanzando agresivamente en la mitigación del metano.
En Clean Air Task Force, trabajamos estrechamente con gobiernos de todo el mundo, empresas y la sociedad civil para facilitar el desarrollo de políticas y soluciones a la contaminación por metano del sector del petróleo y el gas. A través de este trabajo, hemos aprendido mucho, a menudo de la manera más difícil. He aquí algunas valiosas lecciones extraídas de nuestro trabajo en todo el mundo que esperamos ayuden a otros a avanzar en la mitigación del metano:
1: Estamos todos juntos en esto.
Durante los últimos 25 años, hemos ido avanzando poco a poco en la búsqueda de fórmulas para hacer frente a la contaminación procedente del petróleo y el gas, identificando los obstáculos para su reducción e invirtiendo en nuevas tecnologías de ahorro de emisiones. Una docena de gobiernos subnacionales y media docena de países ya han regulado o están en proceso de regular las emisiones de metano procedentes del petróleo y el gas. Por tanto, las agencias y ministerios interesados en regular el metano del petróleo y el gas no necesitan reinventar ninguna rueda; invariablemente, cualquier problema al que se enfrenten ya ha sido tratado por otro organismo regulador. Hay un gran número de expertos a los que se puede y se debe pedir ayuda.
2: Sabemos lo suficiente para actuar.
A menudo, la falta de datos precisos sobre las emisiones o el desconocimiento de la procedencia concreta de las mismas se citan como razones para retrasar la actuación. Aunque la magnitud de las emisiones de una fuga sea incierta, es mucho más fácil, desde el punto de vista técnico, arreglar la fuga que medir su tamaño o averiguar cuánto tiempo lleva goteando. Tenemos que avanzar en la reparación de las fugas y en la aplicación de otras medidas de sentido común. Si lo hacemos, reduciremos las emisiones y también nos ayudará a conocer mejor estos problemas.
3: Comprometerse con la sociedad civil y el público.
Gran parte de la sociedad civil en Estados Unidos se centra en la fracturación hidráulica incluso en lugares en los que apenas se produce, y a veces pasa por alto los problemas que la contaminación por petróleo y gas plantea a las comunidades circundantes. En Estados Unidos, el gas no convencional representa el 60% de la producción, pero la fracturación hidráulica en sí misma supone menos del 5% del total de las emisiones de metano, ahora que la Estados Unidos exige terminaciones "verdes" o de emisiones reducidas para los pozos fracturados. Debemos involucrar al público en estas cuestiones y proporcionar a los ciudadanos interesados un asiento en la mesa. Necesitan tener acceso a la información, al conocimiento y a la capacidad de participar en la política, y sus preocupaciones deben ser tomadas en serio. No todos vamos a estar de acuerdo sobre el gas natural y su papel en los sistemas energéticos del futuro. Pero las empresas, los gobiernos y la sociedad civil deberían estar de acuerdo en que, si se va a producir, debe desarrollarse de la forma más limpia posible.
4: Regular.
Los incentivos voluntarios son importantes y útiles, pero se necesita una normativa para garantizar que las medidas de reducción se adopten de manera uniforme en todo el sector. Programas como Natural GasSTAR y la Iniciativa Mundial sobre el Metano han ayudado a poner en primer plano las tecnologías más limpias y las mejores prácticas, a compartir conocimientos y a desarrollar mejores datos. Las acciones voluntarias también pueden ayudar en lugares del mundo donde es difícil aplicar políticas reguladoras eficaces. Pero para cumplir los objetivos climáticos mundiales necesitamos que el sector del petróleo y el gas realice grandes reducciones. Las barreras difieren de una empresa a otra y de un país a otro, pero en casi todos los casos la normativa ayuda a derribar la mayoría de ellas. La normativa puede centrarse en el metano, otros contaminantes atmosféricos y/o el despilfarro de recursos naturales, y en algunos casos los requisitos de seguridad también pueden lograr importantes reducciones.
5: La mitigación del metano es barata.
En comparación con otras soluciones al cambio climático, la mitigación del metano del sector del petróleo y el gas es relativamente barata. De hecho, muchas de las reducciones tienen un coste negativo. La AIE ha demostrado que es posible una reducción del 75% con la tecnología actual y una reducción del 50% sin coste neto. Sólo la reducción del 50% tendría el mismo impacto climático que el cierre de todas las centrales de carbón de China. Esta es una de las principales razones por las que países como Canadá, México, Colombia y otros están considerando la mitigación del metano como un primer gran paso para cumplir sus compromisos climáticos.
6: La mitigación puede ser barata, pero el capital puede asustar.
En varios países, las empresas (especialmente las de propiedad estatal) tienen un capital limitado que puede utilizarse para la mitigación del metano. La tasa de rendimiento requerida para cualquier gasto es bastante alta, y aunque muchos proyectos de mitigación del metano tienen periodos de amortización positivos medidos en meses, muchos no cumplen los requisitos de las empresas en cuanto al rendimiento de la inversión. Los mandatos reguladores son necesarios, pero también lo son los cambios en las políticas que dificultan el acceso al capital para las medidas de reducción de las emisiones o que impiden a las empresas obtener dividendos por mantener más gas en los gasoductos. También se necesitan modelos de financiación innovadores para incentivar a las empresas de terceros que se especializan en proporcionar tecnologías de reducción específicas a la industria.
7: El control y la aplicación necesitarán ayuda.
En algunos países hay inspectores adecuados para controlar, hacer cumplir y verificar que se produzcan reducciones de emisiones. Pero en otros países, el personal es muy limitado para cubrir miles de instalaciones. Los avances tecnológicos ayudarán, por ejemplo, los satélites, los monitores continuos de emisiones, los estudios aéreos, los drones, etc. Pero también hay que desarrollar otras metodologías y modelos empresariales innovadores, como las evaluaciones de terceros y la certificación independiente.
8: Ahora tenemos la tecnología, pero sólo mejorará.
A medida que más y más países y gobiernos subnacionales exijan el control de las emisiones y más empresas tomen medidas, no sólo se abaratarán aún más las tecnologías actuales, sino que la innovación aportará nuevas tecnologías que nos ayudarán a mitigar las emisiones de metano más rápido, más barato y mejor. La tecnología de los drones ya se utiliza con fines comerciales, al igual que las tecnologías de detección en movimiento. Pero hay mucho más: la cámara de infrarrojos que ha revolucionado la detección de fugas se está actualizando para que también pueda medirlas; se están desarrollando satélites y microsatélites para proporcionar una cobertura global; y se están pilotando pequeños y económicos sensores no tripulados que pueden detectar fugas y alertar inmediatamente a los operadores del problema.
9: Podemos hacerlo.
La reducción de las emisiones de metano consiste esencialmente en el mantenimiento básico, las buenas prácticas de funcionamiento y una mejor planificación. Por supuesto, la tecnología tiene un papel importante que desempeñar. Pero al final, las soluciones y los parches son todos relativamente baratos y sencillos y pueden servir como un paso inmediato y rentable para abordar el cambio climático global.