Un estudio muestra que la EPA subestima las emisiones de metano de la producción de gas natural y demuestra la necesidad de normas nacionales estrictas
Un artículo recientemente publicado artículo (Brandt et al.) evaluó las tasas de fuga de metano del sector del gas natural y concluyó que "los inventarios oficiales subestiman sistemáticamente el CH4 con los sectores [del gas natural] y del petróleo como contribuyentes importantes...". El informe apila 20 años de investigación -con diferentes escalas y resultados aparentemente distintos- en una línea de base común. Compara los estudios de fugas de abajo hacia arriba con los estudios atmosféricos de arriba hacia abajo, y compara ambos tipos de análisis con los factores de emisión oficiales publicados por la EPA. Llega a la conclusión de que existe una importante brecha de emisiones, lo que significa que el CH4 declaradas por la EPA son demasiado bajas, entre un 25 y un 75%.
Una de las razones de la existencia de esta brecha de emisiones es la variación de las tasas de fuga en los distintos lugares y en todo el país, lo que dificulta y encarece el muestreo preciso de las tasas de emisión. Es probable que un pequeño número de "superemisores" constituya una parte significativa de la brecha de emisiones, y estas fuentes tienden a estar infrarrepresentadas en los estudios con tamaños de muestra reducidos. Por otra parte, algunos estudios regionales midieron emisiones que probablemente sean superiores a la media nacional. Pero una cosa está clara, las estimaciones oficiales de emisiones de metano son muy inferiores a lo que deberían ser, teniendo en cuenta la cantidad real de metano observada en la atmósfera.
Es de sobra conocido que no todo el metano de la atmósfera procede de los sectores del petróleo y el gas, pero Brandt et al. defienden que gran parte de la brecha de emisiones de metano se debe, de hecho, al metano emitido por estos sectores. En primer lugar, es fácil separar el metano biogénico (procedente del ganado, los vertederos, etc.) del no biogénico (procedente de los combustibles fósiles) analizando la composición isotópica del metano. Sin embargo, es menos trivial separar el metano no biogénico procedente de la producción de petróleo y gas de otras fuentes de metano no biogénico, incluyendo los pozos de petróleo y gas abandonados y las filtraciones geológicas. Brandt et al. encuentran estimaciones en la literatura sobre las emisiones de estas diversas fuentes y las comparan con la brecha total de emisiones de metano. Aunque las emisiones de metano procedentes de pozos y petróleo abandonados son notables, el mayor componente de la brecha de emisiones puede atribuirse efectivamente a la producción y distribución de petróleo y gas.
A pesar de las mayores tasas de emisión de metano comentadas por Brandt et al., el gas natural sigue teniendo ventajas climáticas sobre el carbón en el sector de la energía eléctrica, pero también constataron que las ventajas climáticas del gas natural en el sector del transporte son, en el mejor de los casos, dudosas. Además, la combustión de gas natural sigue emitiendo CO2y, como destaca este estudio, las emisiones de metano son importantes. La captura y el almacenamiento de carbono deben ser una parte esencial de la reducción de las emisiones de CO2 procedentes de la combustión del gas natural. Del mismo modo, deben aplicarse tecnologías rentables para reducir las emisiones de metano procedentes de la producción, el procesamiento y el transporte de gas natural. Hacerlo es fundamental para cumplir el compromiso declarado públicamente por el Presidente de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 17% para 2020. Por lo tanto, instamos a esta Administración a que regule estrictamente las emisiones de metano de la industria del petróleo y el gas. Aunque estudios como éste son útiles, debemos actuar ahora para frenar las emisiones.
