Sismicidad y almacenamiento de carbono: El MIT responde a Zoback
En el número de diciembre de 2012 de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), una carta publicada de los investigadores del MIT Rubén Juanez, Howard Herzog y Brad Hagar ofrece varios argumentos geofísicos convincentes contra un artículo de PNAS Perspectives de 2012 de los investigadores de Stanford Mark Zoback y Steve Gorelick. Ambos habían cuestionado la viabilidad del secuestro de volúmenes comerciales de CO2 capturado debido al riesgo potencial de sismicidad inducida. Zoback y Gorelick sostenían que gran parte de la roca del subsuelo profundo de América del Norte se encuentra en un punto de tensión crítica, un punto en el que una perturbación, como las inyecciones comerciales de CO2, podría provocar un fallo y una sismicidad inducida.
Sin embargo, en su respuesta, Juanez et al. rebaten que la mayoría de los hipocentros sísmicos (el punto focal de la ruptura de la roca y el terremoto en el subsuelo) están a mucha más profundidad que las formaciones salinas que aceptarían el CO2 para su almacenamiento y que las propiedades de la roca en la corteza poco profunda se acomodarían a la tensión en lugar de a la ruptura. Además, señalan que en zonas altamente sísmicas, como el sur de California, las trampas geológicas han mantenido el CO2 flotante durante millones de años. Por último, Juanez et al. señalan que el ejemplo del proyecto Mountaineer que citan Zoback y Gorelick no es representativo de las muchas formaciones salinas excelentes que podrían aceptar volúmenes comerciales de CO2 capturado, y que la selección del emplazamiento es esencial para el éxito del almacenamiento. Pero aunque Zoback y Gorelick respondieron con otra carta en la que rebaten las opiniones de Juanez et al., lo que es fundamental añadir aquí es que hay mucho más en el debate que la mecánica de las rocas (véase nuestro blog de junio de 2012).
Así pues, aunque este saludable debate científico se centra en los aspectos geofísicos de la inyección de volúmenes comerciales de CO2 en acuíferos salinos, hay un conjunto más amplio de consideraciones que deben incorporarse a un diálogo racional sobre la capacidad de la geología norteamericana para acoger el almacenamiento de carbono a escala comercial. Por ejemplo, la inyección de CO2 en yacimientos petrolíferos agotados, con capacidades, inyectabilidad e infraestructura conocidas, podría dar cabida a muchas décadas de CO2 capturado. Según un informe de la Academia Nacional de Ciencias de 2012, no se ha observado ningún caso de sismicidad inducida humanamente perceptible por las inyecciones de CO2 asociadas a la recuperación mejorada de petróleo, que se ha llevado a cabo con éxito en Texas y otros lugares durante cuatro décadas.
Además, ampliamente asociadas a estos yacimientos de petróleo agotados se encuentran formaciones de salmuera que ofrecen un gran volumen de "almacenamiento apilado" -inyección y almacenamiento de CO2 gestionado en areniscas o rocas carbonatadas por encima o por debajo de los intervalos productores en los yacimientos de petróleo. Otras opciones de almacenamiento son los yacimientos marinos de la Costa del Golfo, que actualmente estudia la Universidad de Texas, o la gestión de las presiones de los yacimientos del subsuelo mediante la producción de agua de la formación, de manera que los yacimientos nunca alcancen un estado crítico de tensión. Además, las normas específicas de secuestro geológico de la EPA exigen que los operadores inyecten CO2 a presiones que no induzcan a la rotura de la roca. En resumen, aunque los reguladores deben velar por que no se produzca una sismicidad inducida significativa, existe un conjunto sustancial de pruebas, más allá de la geofísica, de que los amplios recursos geológicos de Norteamérica pueden albergar muchas décadas de CO2 capturado.